El Gran Colisionador de Hadrones ahora busca el origen de todo
En la frontera entre Suiza y Francia se encuentra un complejo de túneles subterráneos de 27 kilómetros de diámetro. El equipo recreará lo que ocurrió segundos después del Big Bang.
Todo lo que nos rodea está hecho por materia y los átomos son las unidades más pequeñas de esa materia, pero dentro de ellos hay una serie de partículas aún más diminutas con propiedades y cargas eléctricas diferentes. ¿Por qué esas partículas se mantienen unidas y tienen masa? Esto trata de responder el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) desde que se pudo probar la existencia del bosón de Higgs.
En unos días, y tras más de 2 años de inactividad por mantenimiento, volverá a ponerse en marcha el LHC, el más grande en su tipo, donde trabajan miles de científicos de todo el mundo buscando desentrañar los misterios de la materia.
En su interior se hacen chocar pequeñas partículas que se aceleran hasta velocidades cercanas a la de la luz. Se busca entender lo que sucede en el mundo de los átomos, y así saber cómo surgió la materia y, por ende, la vida desde el origen de los tiempos. Para ello recrean artificialmente las condiciones que sucedieron segundos después del Big Bang. Entendiendo cómo funciona lo más pequeño, podremos reconstruir la materia existente y también crear nuevos materiales.
Desde que a mediados de 2012 se confirmó la existencia del bosón de Higgs, los científicos han comenzado a ponerse nuevos retos en el estudio de la materia. Y uno de los 3 grandes desafíos es estudiar más a fondo el bosón, que es una partícula elemental, pero de una importancia suprema: solo las partículas que interactúan con él (electrones, protones, neutrones, etc.) adquieren masa, es decir, la materia como la conocemos.
Y los que no se llevan bien con él -como los fotones- son como almas sin cuerpos. Acaba de anunciarse que se ha podido medir con gran precisión la propia masa del bosón después de hacer chocar medio millón de partículas. Fueron necesarios muchos ensayos porque el tiempo de vida de esta partícula es apenas una miltrillonésima de segundo. Son números incomprensibles para la vida cotidiana, pero ocurren todo el tiempo en la materia que está a nuestro alrededor. (El telégrafo)