Viene el tiempo de “vacas flacas”

oscar(Oscar Imbaquingo). A pesar de los esfuerzos que el Gobierno efectúa para demostrar lo contrario, no hay duda que enfrenta graves problemas fiscales, que se agudizan ahora con la disminución del precio del barril del petróleo en el mercado internacional y con la revaloración del precio del dólar que provoca –en concreto- el menor ingreso de dólares por un mismo monto de ventas en el exterior.

Los hechos muestran la desesperación gubernamental por conseguir recursos económicos: entregó el oro físico de la reserva nacional a la Goldman Sachs, a cambio de un crédito de 500 millones de dólares; con el visto bueno del Fondo Monetario Internacional emitió dólares por un valor de 2 mil millones, cuyo rendimiento es del 8%, mientras países como Colombia o Perú lo hacen a tasas que no superan el 4%; decidió tomar alrededor de $100 millones que pertenecen a los trabajadores de las telefónicas privadas por concepto de utilidades; aprobó una ley para que los fondos previsionales de varios sectores de trabajadores pasen a manos del Estado; Petroecuador negoció un préstamo de mil millones de dólares con Noble Américas, comprometiéndose –como parte de la negociación- a adquirir el 55% de los derivados que el país necesita a esa empresa. Aun así, Correa sostiene que nos hay problemas económicos, y que la economía ecuatoriana goza de buena salud.

Pero a renglón seguido, en las últimas sabatinas no ha perdido la ocasión para “hacer notar” que el Impuesto al Valor Agregado (IVA) que pagamos los ecuatorianos es, junto al de Paraguay, el más bajo en la región. A buen entendedor pocas palabras dice nuestro pueblo, lo que significaría que el gobierno está preparando el terreno para elevarlo.

La elevación de impuestos, el incremento del endeudamiento externo o el recorte de los gastos serían los caminos que el gobierno intente para sortear los problemas que enfrenta. Cualquiera de ellas de grave y negativo impacto para la vida y economía de los hogares de los trabajadores.
Una reciente entrevista al ministro de Relaciones Laborales, Carlos Carrasco, publicada en diario El Comercio, confirma que el extractivismo es la orientación principal –en materia económica- que el gobierno tiene planteado para la consecución de recursos económicos y, sobre todo, que el rumbo de la “revolución ciudadana” es la afirmación del capitalismo, disfrazado de socialismo del siglo XXI.

“Tenemos la ventaja de contar con recursos naturales… (y) sería irresponsable no aprovechar racionalmente esos recursos. De lo que se trata es pasar por un modelo endógeno y lograr el cambio en la matriz productiva, con abandono del modelo extractivista y del rentismo hacia la acumulación del socialismo”, señala Carrasco.
En otras palabras, la línea de acción del gobierno es acumular capital sobre la base de la explotación de nuestros recursos naturales y, en base al capital acumulado –que según Carrasco sería la “acumulación originaria del socialismo”-, dejar de lado el capitalismo. No es broma ni juego de palabras, son las sesudas reflexiones de quien se asume parte del “ala de izquierda” del correísmo.

El socialismo no se construye acumulando capital en el Estado, sino liquidando al gran capital. De esa forma se suprime la lógica capitalista del desarrollo y se instaura un nuevo tipo de relaciones de producción, determinadas por el aparecimiento de la propiedad social socialista sobre los medios de producción.

Nada de esto existe en nuestro país, las reformas aplicadas durante este gobierno se mueven en el campo de lo jurídico-institucional, pero de ninguna manera afectan la base económica de la sociedad. Las estadísticas del mismo Gobierno nos muestran cómo, durante la revolución ciudadana, se ha producido una concentración de la riqueza y de la producción en grandes grupos económicos; evidencian cómo se fortalece la dependencia económica hacia capitales extranjeros; y, cómo se produce una re-primarización de la economía, es decir, una dependencia a la exportación de materias primas o productos no elaborados.
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Milton Hurtado‎Cesar Buelva
Viene el tiempo de “vacas flacas”

A pesar de los esfuerzos que el Gobierno efectúa para demostrar lo contrario, no hay duda que enfrenta graves problemas fiscales, que se agudizan ahora con la disminución del precio del barril del petróleo en el mercado internacional y con la revaloración del precio del dólar que provoca –en concreto- el menor ingreso de dólares por un mismo monto de ventas en el exterior.

Los hechos muestran la desesperación gubernamental por conseguir recursos económicos: entregó el oro físico de la reserva nacional a la Goldman Sachs, a cambio de un crédito de 500 millones de dólares; con el visto bueno del Fondo Monetario Internacional emitió dólares por un valor de 2 mil millones, cuyo rendimiento es del 8%, mientras países como Colombia o Perú lo hacen a tasas que no superan el 4%; decidió tomar alrededor de $100 millones que pertenecen a los trabajadores de las telefónicas privadas por concepto de utilidades; aprobó una ley para que los fondos previsionales de varios sectores de trabajadores pasen a manos del Estado; Petroecuador negoció un préstamo de mil millones de dólares con Noble Américas, comprometiéndose –como parte de la negociación- a adquirir el 55% de los derivados que el país necesita a esa empresa. Aun así, Correa sostiene que nos hay problemas económicos, y que la economía ecuatoriana goza de buena salud.

Pero a renglón seguido, en las últimas sabatinas no ha perdido la ocasión para “hacer notar” que el Impuesto al Valor Agregado (IVA) que pagamos los ecuatorianos es, junto al de Paraguay, el más bajo en la región. A buen entendedor pocas palabras dice nuestro pueblo, lo que significaría que el gobierno está preparando el terreno para elevarlo.

La elevación de impuestos, el incremento del endeudamiento externo o el recorte de los gastos serían los caminos que el gobierno intente para sortear los problemas que enfrenta. Cualquiera de ellas de grave y negativo impacto para la vida y economía de los hogares de los trabajadores.

Una reciente entrevista al ministro de Relaciones Laborales, Carlos Carrasco, publicada en diario El Comercio, confirma que el extractivismo es la orientación principal –en materia económica- que el gobierno tiene planteado para la consecución de recursos económicos y, sobre todo, que el rumbo de la “revolución ciudadana” es la afirmación del capitalismo, disfrazado de socialismo del siglo XXI.

“Tenemos la ventaja de contar con recursos naturales… sería irresponsable no aprovechar racionalmente esos recursos. De lo que se trata es pasar por un modelo endógeno y lograr el cambio en la matriz productiva, con abandono del modelo extractivista y del rentismo hacia la acumulación del socialismo”, señala Carrasco.
En otras palabras, la línea de acción del gobierno es acumular capital sobre la base de la explotación de nuestros recursos naturales y, en base al capital acumulado –que según Carrasco sería la “acumulación originaria del socialismo”-, dejar de lado el capitalismo. No es broma ni juego de palabras, son las sesudas reflexiones de quien se asume parte del “ala de izquierda” del correísmo.

El socialismo no se construye acumulando capital en el Estado, sino liquidando al gran capital. De esa forma se suprime la lógica capitalista del desarrollo y se instaura un nuevo tipo de relaciones de producción, determinadas por el aparecimiento de la propiedad social socialista sobre los medios de producción.

Nada de esto existe en nuestro país, las reformas aplicadas durante este gobierno se mueven en el campo de lo jurídico-institucional, pero de ninguna manera afectan la base económica de la sociedad. Las estadísticas del mismo Gobierno nos muestran cómo, durante la revolución ciudadana, se ha producido una concentración de la riqueza y de la producción en grandes grupos económicos; evidencian cómo se fortalece la dependencia económica hacia capitales extranjeros; y, cómo se produce una re-primarización de la economía, es decir, una dependencia a la exportación de materias primas o productos no elaborados.
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